Durante el reinado del monarca
asturiano Alfonso II el Casto,
entre el 820 y el 830, el obispo
Teodomiro descubrió la tumba de
Santiago el Mayor en la diócesis
de Iria Flavia, lo que dio lugar a
la construcción de un primer
templo, ampliado por Alfonso III
en el 874. Pronto se convirtió en
un foco de atracción piadosa para
numerosos peregrinos que acudían
de toda Europa, costumbre
fomentada por las órdenes
religiosas que fundaron
monasterios y hospitales a lo
largo del Camino para acoger a los
viajeros. Éstos eran protegidos
por los monarcas de los países que
atravesaban y por los caballeros
de las órdenes militares,
especialmente por los Templarios,
que construyeron sus casas en la
ruta jacobea para cumplir este
cometido.
En
el siglo XII apareció el Códice
Calixtino, que recibió este nombre
al ser atribuido al papa Calixto
II, aunque en realidad se trata de
un texto escrito en su mayor parte
por Aymerico Picaud, clérigo de
Poitou. En él se relata la vida y
milagros del apóstol Santiago,
además de incluir una detallada
descripción del Camino y
proporcionar datos prácticos a los
peregrinos para llevarle a buen
término, evitando peligros y
abusos. Según este texto, en los
primeros tiempos los peregrinos
llegaban a España desde Europa
atravesando Francia por cinco
rutas, que confluían en dos puntos
de los Pirineos: Somport en Aragón
y Roncesvalles en Navarra. Ya
dentro de la península los dos
itinerarios se unían en Puente la
Reina, para desde allí seguir un
único camino, los que llegaban por
Aragón pasando por Jaca y Sangüesa
y los que lo hacían por Navarra
atravesando Pamplona. Desde Puente
la Reina las principales etapas
del viaje fueron desde los
comienzos Estella, Logroño, Nájera,
Santo Domingo de la Calzada,
Burgos, Frómista, Carrión de los
Condes, Sahagún, León, Astorga,
Ponferrada, El Bierzo, El Cebreiro,
Puertomarín, Palas del Rey,
Labacolla y Santiago. En el siglo
XIV se abrieron nuevos caminos,
como el que seguía la costa
cantábrica y el que desde Irún
llegaba a Burgos por Vitoria, todo
ello como consecuencia del
extraordinario auge de la
peregrinación, que empezó a decaer
en el siglo XVI debido a la
aparición del protestantismo, para
desaparecer casi por completo en
el siglo XVIII. Sin embargo, en
las últimas décadas del siglo XX
ha resurgido el espíritu del
peregrinaje a Compostela, que se
manifiesta con especial intensidad
cuando se conmemora un Año Santo. |
Los
contactos entre España y Europa a
través de la ruta jacobea fueron
muy beneficiosos para el
desarrollo de la cultura y del
arte en la península, gracias a
las influencias y a las
aportaciones de los artistas
viajeros. Las peregrinaciones
fueron uno de los factores
fundamentales para la creación del
arte románico, el primer gran
estilo europeo de dimensión
internacional, cuyas cualidades y
propuestas se difundieron a lo
largo del Camino de Santiago en
todas las direcciones, desde los
albores del siglo XI hasta los
comienzos del XIII. Fue sin duda
un lenguaje artístico idóneo para
expresar los ideales de la
peregrinación: austeridad,
sencillez y carácter devoto,
definidos en las llamadas iglesias
de peregrinación, que debían
acoger a un gran número de fieles
y permitir el desarrollo de
procesiones y ceremonias
simultáneas en su interior, por lo
que se generalizó el deambulatorio
y la tribuna, dos espacios que
facilitaban el uso polivalente del
recinto interior de los templos.
Al estar las peregrinaciones
organizadas fundamentalmente por
los monjes benedictinos de Cluny,
la influencia francesa se impuso
en las construcciones que se
llevaron a cabo a lo largo del
Camino en España, aunque también
existieron aportaciones propias. |